Ellos sólo vienen al mundo a una sola cosa; quizá a hacernos felices, a hacernos compañía, o quizá nos llegan porque necesitan exclusivamente de nosotros. Como si los hicieran o escogieran para que embonen con nuestra personalidad.
Hace poco vi un tráiler de una nueva película sobre un perro que regresó a la vida de mil y un razas distintas con dueños diferentes; hasta que se encontró de nuevo con su "primer niño" lo que me hizo recordar fuertemente a mi pequeña Burbuja; recién falleció en abril y no olvido las veces que mamá le cambió el nombre porque decía que le recordaba a una perrita que habían tenido hace casi ya 20 años. Puede que sea verdad, que de alguna u otra forma su alma regrese a nuestro lado, justo cuando más lo necesitamos; de lo contrario, estamos destinados a esperar que del otro lado del arcoiris nos encontremos de nuevo con ellos.
¿Por qué hablar de la muerte? Es un tema recurrente en mis escritos, y tristemente es el segundo que habla de la muerte de un animal (desgraciadamente no creo que sea el último); este año perdí a mi Burbuja, mi compañera desde hace 10 años, le encantaba escuchar mi voz antes de dormir, la que llevaban cuando me recogían de la primaria, la que subía a despertarme en las mañanas.
Aquella que aguantó un parto de siete horas para tres cachorritos sin mostrar sobreprotección o agresión, aquella que llevé tantas veces a la facultad y que todos se maravillaban de lo tranquila y sociable que era, aquella que me despertaba con sus ronquidos que se escuchaban hasta mi recámara.
Aquella que me llenó de felicidad cuando se convirtió en madre; la que me regaló a Mariano...
Sabía que llegaría el día en que no estuvieras conmigo, pero no creí que el vacío se hiciera más grande a diario, sin embargo, también creí que me iría justo detrás de ti, que no lo soportaría, que me volvería completamente loca. Pero sucedió, te fuiste de mi lado, te arrebataron de mis brazos de la forma más fría que nunca vi o sentí, te desvaneciste de un momento a otro, que injusto para mí ¿no? Sé que suena egoísta, pero hubiera querido estar contigo más tiempo, o por lo menos estar preparada. Pero no fue así. Logré salir adelante gracias a ese pequeño pedacito de ti que dejaste conmigo, ha adoptado conductas tuyas; le comienza a gustar el baño, le gusta que le rasquen la barriga con el pie y está aprendiendo a dar besos, él también te extraña.
No me arrepiento de nada, te amé y te lo demostré como nunca lo he hecho con nadie, y lo mejor de todo es que tú lo sabías y jamás te aprovechaste de eso. Sabías que te defendería de quien y de lo que fuera. Transmitías tus emociones mejor que los de mi especie, eras tan capaz de dar y recibir amor que no era posible entender cómo algo tan pequeñito tuviera la habilidad de cambiarle el ánimo a las personas en un segundo. Algún día espero llegar a ser aunque sea un pequeño porcentaje de la excelente madre que fuiste.
De alguna manera sé que ahora estás bien, corriendo, saltando, junto a tu pequeñita que también perdiste, sé que ahora estás sana, que tu corazón late más sano y más fuerte que nunca, sé que estás bien, con tus patitas rozando el cielo y acariciando las nubes.
Burbuja; la Chihuahueña más tranquila que conocieron los que me rodean, o por lo menos, así la describían. Te extraño y te amo enormemente.
Te veré del otro lado del arcoiris.
En memoria de Burbuja (agosto 2005 - abril 2016), Rubí, Nala, Punky y sus nuevos compañeros; Salem, Bageera, Duque, Pochi y Lobito (Agrega el nombre de tu angelito)
Gracias a todos ustedes por venir a rescatarnos de alguna u otra forma.
"Un niño sin padre o madre se llama 'huérfano', una madre sin hijo no tiene nombre porque no hay manera de describir ese sufrimiento"
Charlie.